Cuando se corta el
cordón umbilical, queda un
muñón que se ennegrece y se va secando hasta desprenderse a las dos o tres
semanas. Para que durante este proceso no se infecte, lo más importante no es
curarlo de una forma u otra, sino mantenerlo siempre lo más limpio y seco
posible, impidiendo que se ensucie con las heces o la orina.
Para ello:
-Procurar que el pañal no lo cubra, doblando su borde
superior hacia abajo si es preciso.
-Al menos dos veces
cada día, una de ellas tras el baño, se recomienda curarlo con alcohol de
70º. Para aplicarlo correctamente, hay que levantar el muñón sin estirar,
cogiéndolo por la punta para que quede expuesta la zona de transición entre el
cordón y la piel normal, que es la que debe quedar mojada. Dejar empapada la
gasa con que se le protege con alcohol puede ser irritante para la piel.
-Bastantes
especialistas prefieren que durante los primeros días, después del alcohol (o
en su lugar) se aplique un antiséptico como la clorhexidina (“mercromina
blanca”), aunque también los hay que recomiendan no poner nada.
-Hay acuerdo unánime
en que se han de evitar los productos con yodo, porque su absorción podría
influir en la función del tiroides, así como cualquier talco o polvo. La
mercromina normal (o mercurocromo) tampoco se usa, porque puede hacer que de
mayores tengan dermatitis de contacto por alergia al mercurio y, además, su
color dificulta la valoración del estado del ombligo.
-Si accidentalmente se
ensucia con las heces, debe lavarse sin miedo con agua y jabón, secándolo luego
muy escrupulosamente y aplicando el alcohol o el antiséptico que haya indicado
el pediatra.
Aunque poco
frecuentes, las infecciones del ombligo pueden diseminarse muy rápidamente en
el recién nacido, por lo cual hay que consultar con rapidez si se observa pus o
secreciones amarillentas y malolientes, o la piel de alrededor del ombligo se
enrojece y parece doler al tocarla o manipular en la zona.
Los
restos del cordón se desprenden durante la segunda semana de vida, pero también
pueden hacerlo antes o tardar hasta un mes; aunque si a los 20 días no se ha
caído, es mejor que lo vea el pediatra. En
ningún caso se debe estirar para acabar de desprenderlo,
por más fino que sea el hilo a que haya quedado reducido, pues se podría
ocasionar una peligrosa hemorragia. Es posible que sangre un poco al
desprenderse de forma natural, pero en ese caso, la hemorragia se detiene por
sí sola inmediatamente.
Tras
la caída del cordón, el riesgo de infección persiste hasta que el ombligo no
haya cicatrizado completamente, por lo que se
debe seguir con los mismoscuidados y
vigilancia hasta que la gasa que lo cubre aparezca limpia durante un par de
días seguidos. Esto es especialmente importante en los
llamados “ombligos amnióticos”, en los que la piel no sobresale sino que quedan
hundidos, porque eso hace que estén menos ventilados y sea además más difícil
valorar su estado.
Cuando
ya ha cicatrizado, el ombligo puede y debe lavarse con total normalidad; si se
acumula suciedad en sus repliegues, se han de separar sin miedo para poder
limpiarlos y secarlos bien.